Lo sé, lo sé, últimamente estoy
desaparecida. Pero el motivo de mi ausencia ya sabéis que es por algo muy
hermoso y al mismo tiempo lo más importante en mi vida hasta el día de hoy.
Las horas, los días y los
meses se me escapan casi sin darme cuenta desde que nacieron en Enero de este
año mis dos peques, Lara y Álex. Dos bichitos que acaparan toda mi atención, la
de su padre, la de su abuela y la de todo aquel que aparezca por casa… Antes de
tenerlos no podía ni imaginarme lo que suponía cuidar a un bebé y dos ni
digamos. De hecho siempre había oído decir que una vez que tienes un hijo no
vuelves a dormir nunca más, lo que no sabía es que dicha afirmación es casi literal.
El 7 de octubre hicieron 9
meses, el peque ya tiene dos dientecillos abajo, y tanto él como la nena balbucean
algunas silabillas sueltas. Ambos han
empezado también a ponerse de pie y a querer echar a andar con las consiguientes caídas y chichones
que no están dando algún que otro susto. En la comida estamos en la etapa de
las papillas y es una revolución… hemos
rematado por comprar un lote de baberos de plástico de esos que les cubren casi
enteros para no tener que bañarlos cada vez que comen… con eso os lo digo todo.
Aunque no sé cuánto tiempo estarán comiendo papillas pues la niña cada vez que
nos sentamos a la mesa tiene una curiosidad enorme por todo lo que comemos.
En fin no me pierdo más
hablando de este par de trastos y paso con la receta. Hoy os traigo una tarta muuyy
sencillita y que si os gusta el arroz con leche estoy segura de que os va a
encantar. Prácticamente es como preparar un arroz con leche y añadirle un sobre
de cuajada para que aguante la forma.
En mi casa se prepara desde
hace años porque a mi madre le pierde el
arroz con leche y aprovechando que el 7
fue su santo se la preparé una vez más. Tenía fotos de otra vez que la preparé así que he aprovechado y os he puesto fotos de ambas.